Llevaba tiempo pensando, recostado en ese parque cercano al centro comercial. Recordaba de rato en rato las palabras y las primeras cosillas que se dijo con aquella persona, ingresando en la zona de nostalgia derramaba una que otra lagrima en honor a esos recuerdos, esos recuerdos que desea que vuelvan.
Una sonrisa se dibuja en su rostro al pensar en ella y luego una mueca de amargura, de esas que se forman cuando las lagrimas te ganan y solo quieres llorar a mares, al pensar en lo sucedido.
Se pone en pie y comienza a caminar por el boulevard con los últimos rayos de sol en la cara, el cielo oscurece y el viento forma círculos en el suelo acompañado de polvo y hojas. Se pone una polera que lo protege de ese frío que llega con el atardecer. No puede evitar entristecer por los repentinos espasmos en su vida pero observa una señal en la luz intermitente de un poste de alumbrado que lo acompaña.
Comienza a ver señales a su alrededor se encuentra confundido con la gran cantidad de información que invade su cerebro en ese momento pero intenta procesarla de la mejor manera. Se da cuenta de que por detrás llega alguien y sin más ni más toma un cuchillo y lo apuñala... no siente dolor aunque puede ver la sangre caer al piso; sabe que le han hecho daño pero no siente dolor. Y llega el brillo y le clava un cuchillo en el vientre sorpresivamente, impactado por el hecho, se desencadena en él un terrible dolor, cae al suelo.
Despierta, una luz lo alumbra, se encuentra desnudo y vulnerable pero el brillo parece pequeño entre tanta luz. Se siente confundido, ve el cuchillo con el cual fue apuñalado en el piso, lo toma, abre su pecho y saca su corazón. Lo coloca en una caja y se lo entrega al brillo. Entre lagrimas y pensamientos, su cuerpo empieza a deshacerse convirtiéndose en un brillo igual al otro. Ambos suben hasta el punto más alto y se unen, sin ver atrás.
La estrella más brillante se ah alzado... sin miedo a estallar.